En podcast de pasos de mujer, nos vamos a centrar en un personaje de mujer muy pronunciado. Por dar nombre a uno de los barrios más conocidos del centro de Madrid, el barrio de “la latina”. En este capítulo vamos a contar la vida de Beatriz Galindo “la latina” los motivos que propician que den nombre a uno de los principales barrios de Madrid. Y la importancia que su vida tuvo en la ayuda a los demás.
Dale al play y descubre su historia
Beatriz Galindo nació en 1465 y fue bautiza en la parroquia de San Román (Salamanca).
En cuanto a los orígenes familiares hay dos posibilidades:
Una es que fuera hija de Martín Fernández Galindo, caballero de Écija y comendador de la Orden de Santiago. Y una segunda teoría bastante más probable, es que su padre fuera Juan López de Gricio. De la que existen testimonios literarios que lo aseguran.
En cualquier caso los orígenes son de una familia de hidalgos no muy adinerados que integraban la sociedad teniendo cierto prestigio en la Castilla de aquellos tiempos.
Tuvo una gran formación académica pero la situación económica familiar no era muy buena. El interés por la cultura influyo para que su padre la orientases hacia el llevar una vida de retiro dentro de un convento. Era prácticamente la única opción que tenía en la vida si deseaba seguir dedicada a la lectura y el estudio.
No llegó a tomar los hábitos. Inició el aprendizaje de gramática y del latín muy joven y a los dieciséis años parece que dominaba el latín de tal manera que asombró al claustro de la Universidad de Salamanca. Beatriz la entusiasmaba leer a los clásicos griegos y latinos, en especial Aristóteles. Se expresaba magistralmente. Su buena formación intelectual presagiaba su dedicación a la vida monástica, era el camino que se estipulaba en aquellos tiempos.
Hasta entonces, las mujeres cultas debían de ser religiosas, eran los cánones de la época. Sus parientes, por la falta de recursos de la familia y la inclinación de Beatriz por las letras, sobre todo el latín. Pensaron que la mejor solución y el espacio indicado para una mujer preocupada por la lectura, el estudio, era un convento de religiosas. Pero ella no acababa de hacerse monja.
Poco a poco la fama de ser una de las personas más eruditas de la época la llevaron a ser apodada como “La latina” Ya que llego a ser capaz de expresarse perfectamente en latín. Y en la época en la que vivió, finales del siglo XV la dio muchísima fama.
Su fama llegó a oídos de la reina Isabel I de Castilla, que la incluyo en su Corte real para que enseñara latín a ella, a sus hijas y a otras damas. Y por este motivo no entró en el convento.
La reina Isabel la católica la buscó para que fuera profesora de sus hijos, sabiendo lo importante que era en el siglo XV ser culto y tener buena educación. (Bueno y no está mal decirlo que invertir en formación y en mantener una educación de calidad hace a la sociedad mejor.)
Pero Beatriz se convirtió en mucho más que una maestra de la descendencia real. Se convirtió en fiel amiga de sus católicas majestades y fue fiel consejera de la reina durante su reinado.
Su vida guarda muchos elementos en común con la de otras mujeres de su época que vivieron alrededor de Isabel la Católica, quienes contribuyeron a consolidar la política que la Reina Isabel quería.
Llegó a la Corte siendo muy joven y la reina Isabel, pronto desarrollo una enorme amistad hacia Beatriz. Isabel la Católica ordeno que se casara con Francisco Ramírez de Madrid, perteneciente a una familia madrileña. Francisco era conocido como “el Artillero” por ser capitán de Artillería, e inventar un tipo de proyectil.
Aquí entra en juego una pieza clave en la vida de Beatriz Galindo.
Francisco Ramírez de Madrid nació en Madrid a mediados del siglo XV. Se estima que era 20 año mayor que Beatriz y, como ella, provenía de una familia de hidalgos no muy adinerados. Era viudo y tenía varios hijos a su cargo.
Lucho siempre en favor de la Reina Isabel y participando en la batalla de Toro en 1476. Este triunfo fue decisivo para que Isabel la Católica se hiciera con el trono de Castilla frente a su sobrina Juana.
La Reina Isabel le premió nombrándole alcayde de los Alcázares de Sevilla. Además su participación en el sitio de Málaga en donde fue crucial la utilización de artillería para conseguir la rendición de la ciudad. Le hizo ser armado caballero y los Reyes Católicos le otorgaron el nombramiento de secretario del Consejo del Rey.
Su ascenso culminó con su nombramiento como regidor del Concejo de Madrid, en diciembre de 1487. A partir de ese momento, se integró en las orbitas de poder madrileño.
Pero sus gestas bélicas no terminaron ahí. En la Guerra de Granada tuvo una intervención enérgica. Por este motivo, la reina Isabel decidió casarle con Beatriz Galindo. De esta manera unía a dos de sus más directos y fieles colaboradores. Beatriz Galindo y Francisco Ramírez de Madrid, que la había apoyado para conseguir en trono de castillas frente a su hermano Enrique IV y contra su sobrina Juana.
El matrimonio respondía a la política promovida desde la Corona para lograr un grupo de nobleza media, fiel a los Reyes Católicos y solidarios de la nueva concepción del Estado Moderno que se deseaba instaurar desde el poder.
Cuenta la historia que en su boda la reina Isabel la católica. Le dio 500.000 maravedís, unos según esta la actualmente cotización serían al cambio unos 50.000€ (euro arriba maravedí abajo.)
En el alma de Beatriz Galindo se encuentra un espíritu de bondad y de ayuda a los demás. Dedicó muchos años de su vida a hacer obras de caridad. Se le atribuye la fundación del primer hospital para pobres de Madrid, el hospital de Santa Cruz y también la fundación de algunos conventos, como el de los jerónimos.
Beatriz, tras su boda, permaneció en la Corte junto a Isabel la Católica, a la que estaba muy unida. Llego como maestra y se quedó para dar consejo a la Reina. La vinculación entre ambas se mantuvo, incluso cuando Beatriz abandonó la Corte al enviudar, y se rompió con la muerte de Isabel. Pero siempre Beatriz conservó durante su larga vida una actitud reflejo del ejemplo de la reina Isabel.
Beatriz, al quedar viuda abandono la corte real para dedicarse a su familia. Por lo que fijó su residencia en Madrid. Tanto su marido como ella no eran de la alta nobleza. Por ello, su situación económica no era equiparable al resto de alta nobleza. Eran de la nueva nobleza potenciada por los Reyes Católicos. Ambos habían recibido buenas donaciones de los Monarcas.
El marido de Beatriz murió prematuramente, los hijos eran niños de corta edad y ella tuvo que ocuparse de ellos y de administrar la herencia del marido. Por ello su vida cambió, se asentó definitivamente en la villa de Madrid con toda su familia y se dedicó a consolidar la buena situación económica que se estaba creando gracias a la protección de los Reyes Católicos.
En Madrid ejerció un importante mecenazgo religioso llevando a cabo tres fundaciones benéfico-religiosas muy importantes: un hospital, y dos conventos.
La relación con la villa de Madrid de la familia de su marido facilitó la vinculación de Beatriz con la ciudad. Por aquellos tiempos las mujeres no tenían posibilidad de influir en la política, pero nuestra protagonista muy hábilmente ejerció la influencia que consideraba necesaria.
En Madrid desarrolló una política religiosa que la llevó a introducir la reforma de la Iglesia iniciada por Isabel la Católica.
A partir de la viudedad se encargó de la tutela de sus hijos cuando eran niños. Su vida quedó reducida a sus fundaciones religiosas y a velar que prosperasen los hijos que tenía a su cargo. Inició la etapa de mayor proyección de la vida de Beatriz con la villa de Madrid. Hasta entonces, había sido una dama de la Corte, que destacaba por su sabiduría y preocupación humanista, pero a partir de su viudedad llevó a cabo una serie de importantes actuaciones.
En el año 1502 Beatriz ya había abandonado la Corte y estaba asentada en Madrid. Interpuesto un pleito para que se reconocieran los derechos de su joven hijo Fernando para ser regidor del Concejo madrileño. El ser regidor suponía posición relevante en la villa y unos ingresos derivados del cargo. Beatriz luchó para asegurar que los derechos de su marido fueran heredados por su hijo. Manteniendo así posición social y la influencia política del padre.
Se aseguró la posición política de su hijo y el bienestar de toda su familia. A partir de este momento, retirada de la vida pública optó por dedicarse a promover fundaciones religiosas y vivir una vida religiosa, cercana a lo que sus padres habían pensado para ella, pero con el estilo marcado por Isabel la Católica.
El hospital que había iniciado con su marido, lo dotó con los inmuebles heredados de éste, y a él se retiró a vivir. Esto era habitual en viudas acomodadas y piadosas de la época. De esta manera las vigilaba. Hay que recordar que entonces los hospitales no sólo eran centros sanitarios, sino que además se dedicaban a la labor asistencial, atendiendo, junto con los enfermos, a otras personas necesitadas.
Beatriz adecuó en el hospital unas estancias para su residencia y la de sus hijas y otras mujeres allegadas. Estaba situado en la calle de Toledo, próximo al mercado de la Cebada en Madrid. Este hospital, además de servirle de vivienda, fue un centro asistencial importante para la zona.
En él se atendían a personas necesitadas y especialmente a presos, pobres y sobre todo, a mujeres y niños huérfanos. Se demuestra de esta manera que Beatriz tenía la intención de crear una obra social de protección a las mujeres desvalidas.
La importancia del Hospital de La Latina, fue tal que ha quedado de sobrenombre para el barrio de Madrid en donde se asentaba. Del edificio quedan escasos restos: una puerta de estilo gótico conocido como isabelino, en honor de la Reina Católica, que esta trasladada en la Ciudad Universitaria de Madrid. Parte del lugar que ocupaba el hospital se encuentra en la actualidad el teatro de “la Latina”
No satisfecha con el hospital Beatriz inició otras dos fundaciones, gracias a los inmuebles y a las rentas heredadas de su marido. Con estas actuaciones colaboraba en la política religiosa ideada de Isabel la Católica, aunque viviera apartada de la Corte.
En unas casas, también heredadas de su marido y próximas al hospital, planeo desarrollar un convento de religiosas, en el que, además, planeó tener unas estancias para residir. Pero con la iglesia hemos topado, este nuevo convento planteó un problema político-religioso grave. Esta zona de la villa estaba próxima al monasterio de San Francisco. El emplazamiento elegido por Beatriz, muy próximo al monasterio de San Francisco, podía representar una fuerte influencia jerónima en un barrio en el que los franciscanos tenían un gran poder. Los monjes franciscanos tenían una gran influencia y poder en esta zona de la villa de Madrid, temían perderlo, en fin cosas de la iglesia…
Su preocupación por dotar generosamente a sus fundaciones religiosas le ocasionó problemas con sus hijos. Sus hijos y las familias que estos habían creado reclamaban más dinero mara ellos y menos para las fundaciones. Que ya os digo yo que sus hijos buenos administradores no eran, sino fuese por la administración que hacia Beatriz de Galindo los hijos se quedaban sin nada.
El ser directora de tres instituciones importantes y el tener un cargo de regidor del Concejo de Madrid vinculado a su familia, le otorgó una posición privilegiada dentro de la villa madrileña. Su actividad se desarrolló en un campo muy propicio para las mujeres, como hicieron otras tantas nobles de la Corte de Isabel la Católica. Pero utilizando esta base, también consiguió influir en otros asuntos de la sociedad madrileña. Por ejemplo cerró un cementerio mudéjar que había en las cercanías, que consideraba que no ayudaba a los vecinos del lugar ni a sus fundaciones.
Su vida en esta villa fue tan activa que su influencia modificó e intervino en el trazado urbano de la zona, la actualmente conocida como de “La Latina” y en el diseño de la asistencia benéfica y de la religiosidad femenina de Madrid.
Beatriz vio morir a sus propios hijos. En su testamento, recordaba a todas las personas que habían estado a su servicio. Dejó establecido que si por diversas circunstancias sus descendientes desaparecían y no quedaba nadie de su familia para heredar, todo pasara a partes iguales a sus tres fundaciones madrileñas. Beatriz prefería mantener el bienestar de sus fundaciones, a las que aseguró la dotación económica, en detrimento de sus nueras. Las cuales querían más parte de la herencia.
Su fama e influencia siempre notables, tanto es el caso que Fernando el Católico y, después, Carlos I, la visitaban en el hospital tras la muerte de Isabel la Católica. La hacían consultas relacionadas en la mayoría de los casos, según parece, con el paradero de documentos de la etapa en la que Beatriz Galindo formaba parte del grupo cercano a la reina Isabel.
Lo cual ha llevado a pensar que podía haber ejercido cierto servicio de secretaria privada de la Reina. Su importancia es grande ayudando a los necesitados, preocupada por la cultura y por la ayuda a las mujeres. Ella se ocupó en luchar por aquello que consideraba trascendente, como es la asistencia hospitalaria.
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