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Pasos de Mujer Ángela Ruiz Robles

Ángela Ruiz Robles Inventora del libro electrónico

En el podcast 1 de Pasos de Mujer nos centramos en la figura de Ángela Ruiz Robles, su nombre será extraño que os diga nada pero fue la inventora de los primeros indicios de lo que luego conoceríamos como libros electrónicos, con su enciclopedia mecánica.  

Ángela nació en una España muy diferente a la de hoy. En España estábamos en plena postguerra, en donde el avance tecnológico más popular era la radio. El automóvil era un objeto de lujo solo reservado para los más ricos de la población. Y en la inmensa mayoría de los hogares no había neveras, lavadoras ni prácticamente ningún electrodoméstico o incluso era habitual, que ni existiera el agua corriente.

La sociedad en la que nuestra protagonista del podcast tuvo que vivir era en su mayoría analfabeta. No existía ningún incentivo ni prácticamente animo por la innovación, la sociedad en su mayoría tenía como objetivo sobrevivir. Por si fuera poco hay que sumar que el acceso a estudios superiores seguía estando reservado para los hombres. Si una mujer osaba si he dicho bien, osaba con querer investigar o estudiar en la universidad se le ponían numerosas trabas o directamente se le prohibía.

Ángela nación en León en 1899. Con 23 años de edad se trasladó a Galicia, a Santa Eugenia de Mandiá, en donde había conseguido su plaza como maestra. A Ángela le encantaba su profesión. Para ella, los alumnos eran protagonistas de sus clases, la manera que por aquel entonces para dar clases ella no lo aplicaba. Ella quería facilitar el aprendizaje de los alumnos despertando su interés por las cosas en lugar de obligarlos a memorizar conceptos y listas de ríos, afluentes y de reyes godos.

A doña Angelita que era como la llamaban sus alumnos, le gustaba interesarse por ellos fuera del horario lectivo. Iba a sus casa a comprobar como llevaban la lección, en donde el trato era más personalizado incluso si era necesario les daba clases de apoyo.

Fue en ese momento cuando Ángela vio la cruda realidad de la sociedad de aquella España. Una sociedad pobre, en la que los padres que no sabían ni leer ni escribir, tenían que trabajar largas horas y provocaba que no pudiesen preocuparse por la educación de sus hijos.

Además no debemos olvidar que estaba totalmente normalizado el hecho de que los niños accedieran con más rapidez al mercado laboral antes que a la escolarización.

Consciente de la situación, Ángela decidió ampliar sus clases particulares a los padres de sus alumnos. Fue tal su acogida que la autoridades de aquel entonces le otorgaron premios por su gran labor social.

Al cabo de los años se muda definitivamente a Ferrol donde continúa con su labor dando clases. En 1934 fue nombrada gerente de la escuela nacional de niñas en el hospicio de Ferrol. Allí dio clases a las niñas y niños huérfanos enseñándoles aparte de una educación básica, enseñarles un oficio, en los astilleros y obras públicas, con el que poder tener un futuro fuera de la exclusión social a la que aquellas niñas huérfanas estaban avocadas.

Pero la vida le dio un duro golpe a Ángela: se quedó viuda con tres hijas a su cargo. Se sobrepuso y siguió sacando tiempo de cualquier lugar para seguir creando nuevos métodos de enseñanza. Siempre con el objetivo en la mente de facilitar el aprendizaje de las distintas materias a niños de preescolar y primaria, ya que no debemos olvidar que en la España de aquel entonces la escolarización terminaba cuando un niño tenía edad de trabajar.

El resultado de su gran labor quedo reflejado en la publicación de libros. Llegando a publicar 16 libros sobre gramática, ortografía castellana entro otras muchas cosas.

Otro golpe se cruzó en la vida de Angela Ruiz Robles, y este fue la guerra civil Española. Y tubo que reinventarse fundando la academia Elmaca (nombre que invento a partir de los nombres de sus tres hijas: Elena, Elvira y Mª del Carmen) En esta escuela se impartían clases a los jóvenes que la guerra dejaba sin futuro, al igual que hiciera años antes en el hospicio, enseñaba educación básica para que pudieran ganarse la vida.

Ya en 1945 terminada la guerra retomaría las cases en la educación pública, en el Instituto Ibañez Martin de Ferrol, donde se jubilaría como directora del mismo.

Pero la jubilación  de Doña Ángelita, como la llamaron sus primero alumnos cariñosamente, no termino. Ya que una vez jubilada continuo investigando e ideando nuevas formas de hacer accesible la educación a los alumnos. Lo que la llevo a patentar el 7 de diciembre de 1949 en el Registro de la Propiedad Industrial con el nombre de patente “un procedimiento mecánico, electrónico y a presión de aire para la lectura de libros”

En la memoria descriptiva, se describen los objetivos del invento:
Forma de innovar la enseñanza para que sea más intuitiva y amena, conseguir el máximo de conocimientos con un mínimo esfuerzo.
Se trataba de un libro interactivo, en el que se podía aprender cualquier materia, y la información se presentaba de forma gráfica sonora o textual, e incluso luminosa, con tintas que brillaban en la oscuridad. Las lecciones de cada asignatura estrían separadas y dispuestas en placas (hojas) al ser accionadas mediante unos sencillos pulsadores se elevarían (mecánicamente o por aire comprimido) hasta mostrarse al alumno a través de una pantalla de plexiglás transparente y con capacidad de aumento. El aparato también tenía previsto que la página, al mostrarse, se iluminarían mediante un pulsador eléctrico (activando una pequeña pila) o mediante fosforescencia. Además contaba con materiales impermeables para evitar su deterioro. Tenía poco peso y su tamaño facilitaba el poder transportarlo de casa al colegio y del colegio a casa por parte de los alumnos. Para ello en la composición del artilugio  se emplearían materiales ligeros como el papel, la cartulina, el plexiglás o la goma elástica.
Ángela imagino a todo un modelo de ventas de sus libros mecánicos, con diferentes formatos y tamaños…. Pero por desgracia, y a pesar de los esfuerzos por comercializarlo, el libro mecánico no encontró financiación y nunca vieron la luz.

Pero no se frenó y siguió mejorando la idea. Movida por el objetivo de que fuese barato los costes de producción y así poder comercializar sus libros mecánicos. Los siguió dándole vueltas, dando como resultado lo que sería su patente estrella: la enciclopedia mecánica. Añadiendo al diseño todo necesario para que al alumno le fuese fácil usarlo.

Y el 10 de abril de 1962 realizo la patente de “un aparato para lecturas y ejercicios diversos” del que si se llegó a realizar un prototipo.

Buscaba resolver los problemas de las enciclopedias escolares, el excesivo tamaño y la extensión de los contenidos, que las convertían en productos caros, engorrosos, poco prácticos.

La idea patentada suponía simplificar la patente anterior, ya que se suprimían los sistemas mecánicos. Además su diseño estaba dividido en dos partes móviles, de modo que abecedarios y bobinas quedaban acoplados en el frontal de una caja compacta

El libro no tiene páginas. Las materias estaban guardadas en bobinas, parecidas a los antiguos carretes de fotos, y son intercambiables. Además de poderse incorporar sonido y hasta cristales de aumento, para facilitar la lectura.

El prototipo fue construido en el Parque de Artillería de Ferrol, empleando materiales como el bronce, cinc y madera. Sus dimensiones eran de 24 x 22 cm y pesaba alrededor de 4 kilos y medio.

En 1971 la enciclopedia mecánica de Ángela estuvo cerca de ser comercializada gracias al Instituto Técnico de Especialistas en Mecánica Aplicada. Que estudio el prototipo y añadió un por aquel entonces novedoso material: el plástico. En el análisis que se realizó para saber la viable producir 10000 unidades con un precio de venta al público de ente 50 y 75  de aquellas pesetas.

Pero pese a todos los empeños no pudo hacerse realidad el sueño de aquella maestra que deseaba hacer accesible y cómodo el llevar de un lado para otro la educación que tanto necesitaban los alumnos de aquella España.

Ángela recibió ofertas para comercializar su patente en Estado Unidos pero siempre rechazo las propuestas que le llegaban del extranjero. Ella siempre deseo que el invento se produjera en España. Nunca sucedió… pero ella nunca perdió la esperanza de que sucediera, y siguió pagando las cuotas para mantener su patente hasta el año de su muerte 1975.

Y esta es la historia de una mujer que busco siempre en su vida hacer accesible la educación a sus alumnos creando el primer paso para los actuales Ebooks, tabletas y Ipads que conocemos.

Llegados hasta aquí, ahora os toca a vosotros dejarnos vuestros comentarios, vuestras opiniones o lo que queráis en espacio de comentarios.

fuente: Visionarias, Inventoras Desconocidas ed. Bidge https://mujeresconciencia.com/

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Alberto S Vicente

Experto en redes sociales. Conocedor de la gestión y mantenimiento de la presencia online. Y experiencia en la gestión de contenidos online. Con ánimo de divulgar de las bondades del social media. Si tienes algún comentario del tipo que sea, no dudes en comentarlo.

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